Llevo mucho tiempo dándole vueltas a este tema, cada que veo a una mamá en su post parto, todas dicen de alguna u otra forma: " es que esto no te lo dice nadie". Esta frase encierra muchas cosas; esto de que la lactancia sería así de difícil, de que a veces el llanto de tu bebé te desespera y no puedes contenerlo, de que la relación de pareja se vuelve un abismo, de que no te da tiempo de bañarte ni de lavar la ropa, menos de cocinar y comer bien para entonces poder tener una buena producción de leche. Y es ahí en esos momentos tan bellos y tan tenebrosos, cuando llega el recién nacido, que empieza la verdadera historia de la vida; la incesante demanda que nunca se detendrá.
Un bebé llega necesitando, y necesitando mucho, y no, no necesita precisamente cosas materiales que tan fácil nos es consumir; necesita presencia, necesita brazos que contienen, necesita mirada, calor, amor. Y esas necesidades del bebé recién nacido, llevan a la madre a tener las mismas, necesita alguien que la mire, que valore el gran esfuerzo que está haciendo, alguien con brazos fuertes que le sepa dar un abrazo que diga: todo está bien te entiendo, lo estás haciendo increíble.
Pero es que nadie habla de esto... nadie habla de lo sombrío que es el post parto, y eso que cada vez se empieza a hablar más, cada vez hay más foros para mamas desesperadas, y es un gran paso, tener la posibilidad de entre mamas reconocernos, darle lugar a la desdicha dentro del inmenso gozo, abrazar la ambivalencia que será la miel del resto de los días en que una viva como madre. Y de eso nadie habla... un libro que ha circulado mucho y ya muchas mujeres conocen; La maternidad y el encuentro con la propia sombra de Laura Gutman habla de cómo toda la historia de una mujer se reactiva por decirlo de alguna forma, al dar a luz; y entonces se dejan ver miedos, carencias, heridas que se ancalron en el cuerpo y al convertirse una en madre el cuerpo se acuerda. Brota la sombra, se deja ver, oler, sentir a través de los retos de la lactancia, del llanto del bebé, del no saber qué hacer, del cansancio y tanto más que el camino de la maternidad va sacando a la luz.
Una tiene que vivir para acompañar a crecer a sus hijos en medio de la sombra enorme de un ideal de madre perfecta que no existe y aparte disfrutarlo, ser amorosa, paciente, tener tiempo de poner actividades creativas y de aprendizaje, no ponerlos a ver la tele, no darles dulces, tener comida lista y saludable, escucharlos tooooodo el tiempo, jugar con ellos, tener la casa limpia y ordenada, un album de recuerdos del bebé, negocio propio y exitoso, un marido feliz y aparte estar bien fit.
Por qué no empezamos sencillamente por voltear la mirada a esos recuerdos grabados en el cuerpo, y darles el amor y apapacho que necesitan, ver a esa sombra en el espejo, para entonces maternarla, darnos un momento para ir hacía adentro y escuchar la historia materna que está siendo tu referencia, esos mensajes generacionales que imponen una forma de ser madres que quizás te limita, o limita lo que tienes para dar a tu bebé y a ti misma.
Maternar la sombra es recordad que tu cuerpo, tu vida, tus deseos, tus sueños, tu capacidad de entrega, de amor, son un bello jardín lleno de flores, que necesita mirada, cuidado, agua, amor.
Cómo cuidas tu jardín?
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